Se desentiende una vez más
Me encontré preguntando una y otra vez qué le pasaba, pero cada vez Evan se encogía de hombros como si nada. “Estoy bien, no te preocupes”, decía con una media sonrisa que no le llegaba a los ojos. Pero a mí no me convencía. Cuanto más se desentendía, más crecía mi preocupación. La confianza que antes parecía inquebrantable entre nosotros ahora se veía empañada por la incertidumbre, y no podía evitar sentir que estaba perdiendo al hermano que creía conocer tan bien.

Cepillado una vez más
Una conversación telefónica incómoda
Una noche, encontré a Evan profundamente absorto en una llamada telefónica, con la voz baja y apresurada. En cuanto entré, terminó bruscamente la llamada, con un parpadeo nervioso cruzándole los ojos. “¿Quién era? Pregunté, intentando mantener un tono informal. “Sólo trabajo”, respondió rápidamente, desviando la conversación. Su reacción no me gustó, y el aire de secretismo que lo rodeaba me dejó intranquila. Por primera vez, me sentí realmente aislada y desconectada de él.

Una conversación telefónica incómoda