Aguantando la respiración
Me sorprendí conteniendo la respiración, tan inmersa en el momento que incluso algo tan natural como respirar se me había olvidado. El aire entre el camionero y los motoristas era denso, cargado de algo que no era del todo hostil, pero tampoco estaba lejos de serlo. Nadie sabía cómo acabaría aquello, pero todos estábamos suspendidos en el momento, esperando, arrastrados por el hilo invisible de la tensión. A cada segundo que pasaba, el peso de la anticipación se hacía más pesado, presionándonos como la calma que precede a la tormenta, o tal vez, sólo tal vez, el amanecer de una tregua inesperada.

Aguantando la respiración
Las sombras se estiran
El sol bajaba, arrojando una luz dorada que extendía sombras largas y sigilosas sobre los camiones y las motos. El cálido resplandor resultaba casi engañoso, demasiado sereno para la tensión que palpitaba en el aire. Era como si la escena hubiera sido cuidadosamente encuadrada, cada figura colocada con un propósito, cada sombra extendiéndose hacia delante como una fuerza invisible, presionando hacia un momento inevitable. La luz cambiante no hacía sino aumentar el suspense, como si estuviéramos atrapados en una obra de teatro de combustión lenta en la que nadie -ni siquiera los protagonistas- supiera cómo acabaría.

Las sombras se estiran