Murmullos inquietos
Un leve murmullo recorrió la multitud mientras los motoristas del fondo intercambiaban palabras en voz baja. “¿Qué creéis que va a pasar?”, susurró uno, con los ojos fijos en el camionero. Las respuestas variaron -algunos se encogieron de hombros, otros especularon-, pero el acuerdo tácito estaba claro. Algo estaba a punto de romperse, como si el propio aire contuviera la respiración, esperando a que una sola chispa lo desencadenara todo.

Murmullos inquietos
La chaqueta de cuero
Con un movimiento sin esfuerzo, el camionero metió la mano en su equipo y sacó una chaqueta de cuero desgastada, que se puso como si tuviera todo el tiempo del mundo. Su compostura permaneció inquebrantable, cada uno de sus movimientos deliberados, imperturbable ante la burla persistente. Algo en su tranquila confianza hizo que la multitud se sintiera aún más segura: no se trataba sólo de un hombre que se mantenía firme, sino de alguien que no tenía nada que demostrar y, sin embargo, exigía respeto sin decir una sola palabra.

La chaqueta de cuero