Visitas diarias de mi héroe
Mientras me recuperaba, Evan fue mi roca, apareciendo todos los días con los brazos llenos de bocadillos, revistas y libros. “Será mejor que leas éste”, me decía con una sonrisa, lanzándome una novela nueva. “Te encantará el giro” Nuestros días estaban llenos de historias, golosinas y sus constantes garantías de que todo mejoraría. Tener a Evan a mi lado facilitaba la curación: su espíritu alegre era la medicina perfecta, y con él cerca me sentía segura, apoyada y profundamente querida.

Visitas diarias de mi héroe
El humor de Evan decae
Unos meses más tarde, empecé a notar un cambio en Evan: sus ojos, antes brillantes, se habían apagado y a menudo parecía ensimismado. Cuando le preguntaba si estaba bien, esbozaba una leve sonrisa y cambiaba rápidamente de tema, como si lo dejara de lado. Era como ver el sol desaparecer lentamente tras una cortina de nubes. No podía entender qué había provocado el cambio, pero me resultaba doloroso verle tan distinto del hermano vibrante que conocía. Estaba claro que algo le pesaba, pero se negaba a dejarme entrar.

El humor de Evan decae